A pesar de que la separación y el divorcio son hechos, cada vez más frecuentes en nuestra sociedad, sigue habiendo un gran vacío en el abordaje adecuado de la ruptura de la pareja, con los hijos.

En muchas ocasiones, se actúa de forma perjudicial para el menor por desconocimiento, por falta de información, y también por diferentes variables de personalidad en los padres, que dificulta el proceso de divorcio y que influye negativamente en los niños.

Debemos preocuparnos por los efectos que puede tener en la salud psicológica de un niño, el hecho de que sus padres se separen, y aprender cómo tratar esta situación, a fin de minimizar el impacto emocional que esta decisión conlleva para todos, pero especialmente para los más pequeños.

Existen distintas preguntas sobre la separación y el divorcio con respecto a los niños: cómo informarles de la separación, cuándo es el mejor momento, qué factores son los que incrementan el riesgo de alteraciones tras la separación, factores que pueden proteger del estrés que conlleva la ruptura, concesión de la custodia, la cantidad y maneras de las visitas, cambios que se producirán en la vida familiar en cuando a vivir con uno de los progenitores, la llegada de una nueva pareja, etc.

Los sentimientos derivados de una separación pueden estar presentes durante un largo período de tiempo en el niño.

Por supuesto todas estas preguntas irán adaptadas a la edad de cada niño.

Tenemos que tener presente que en los momentos iniciales lo más importante es ayudar al niño o adolescente a que exprese su malestar. Es fundamental no bloquear sus emociones ni querer convencerle ni contra argumentar lo que piensa. No debemos quitar importancia, de ninguna manera, a lo que el niño dice, piensa o siente.

Como ya describió Wallerstein (1983), debemos tener en cuenta que dependiendo de la edad del niño, la posible reacción frente al divorcio de los padres será diferente.

• Los preescolares presentan un malestar profundo, un alto nivel de ansiedad ante la separación, miedo de que los padres los abandonen, un alto nivel de regresiones y una escasa capacidad para entender el divorcio y consiguientemente, una tendencia a culparse a sí mismos por la separación.​

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• Los niños en edad escolar suelen presentar un nivel moderado de depresión, se preocupan por la salida del hogar del padre y añoran su regreso, perciben el divorcio como un rechazo hacia ellos y temen verse reemplazados.

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• Durante la preadolescencia, la reacción al divorcio suele manifestarse mediante la expresión de sentimientos de cólera y la tendencia a culpar a uno de los progenitores, pudiendo desarrollar síntomas somáticos.

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• Los adolescentes, aunque se sienten apenados y con un cierto nivel de ansiedad, en general afrontan mejor el divorcio. Además de poseer un mayor desarrollo cognitivo y emocional, tienen la ventaja de poder contar con el apoyo de sus iguales y de otros adultos en ambientes extrafamiliares, lo que puede amortiguar los efectos de la separación y facilitar su ajuste.

Lo que sí es importante que tengamos en cuenta es que independientemente del período evolutivo en el que el niño se encuentre, la separación de los padres, va a tener un efecto directo sobre el mundo emocional y conductual del menor. En algunos casos la separación puede suponer un alivio, en otras ocasiones va a producir sentimientos contradictorios, para otros niños es algo temido, y otros lo vivirán con culpa o impotencia.